LAS FUMIGACIONES AÉREAS CONTRA LOS MOSQUITOS NO SIRVEN

La propuesta de fumigar las áreas urbanas con aviones resulta una estrategia audaz para que miremos con buenos ojos a quienes nos envenenan y evidencia un total desconocimiento del ciclo de vida del mosquito Aedes Aegypti

En los últimos días y ante la inacción de las autoridades de todos los niveles de gobierno en las tareas de prevención del dengue, aparece como panacea el ofrecimiento de la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas  (Fearca) de realizar fumigaciones aéreas indiscriminadas en áreas urbanas. Es más, esa Federación se ofrece para realizarlas citando los supuestos casos exitosos de Venado Tuerto y San Jorge, donde se violaron todas las reglamentaciones de transporte, aeronavegación y sanitarias con resultados nulos.

Lo que debemos conocer sobre los mosquitos

 De acuerdo con los especialistas, si se realizan las tareas de prevención, sólo una pequeña parte de los mosquitos llegan a adultos. Este mosquito no se cría en cunetas, ni en el río ni en aguas en descomposición: el Aedes necesita agua medianamente limpia, aquella que se junta en recipientes que tenemos en nuestras viviendas y en el peridomicilio. Por eso, las medidas de control iniciales son la descacharrización de cada patio y cada jardín, la limpieza de canaletas, el retiro de escombros y de todo elemento que junte agua.

Pero ese acto de responsabilidad ciudadana debe complementarse con medidas comunitarias concretas realizadas por  los gobiernos locales: desmalezamiento, limpieza de espacios públicos, control larvario, etc.

Debemos considerar también el formidable aporte de las especies silvestres locales que predan al mosquito adulto, como alguaciles, anfibios y murciélagos.

Por lo tanto, y de cumplirse estos pasos, resulta innecesaria, antieconómica y un virtual atentado contra la salud de la población y del ambiente, la realización de fumigaciones aéreas con productos tóxicos.

 La aspersión aérea de tóxicos no está recomendada

 La propuesta de fumigar las áreas urbanas desde aviones con tóxicos se opone con lo establecido por el Ministerio de Salud de la Nación que, entre otros considerandos, reconoce que los rociados intra y peridomiciliario sólo deben realizarse como medida última y extrema de control y de contención o bloqueo, y que el tratamiento con adulticidas –a través de fumigaciones aéreas o terrestres- tiene como objetivo cortar el ciclo de transmisión de la enfermedad a través de la disminución/eliminación de los mosquitos adultos y debe ser acompañado de acciones de control focal, eliminación de objetos inservibles, comunicación social y educación. Sin estas acciones, el tratamiento con adulticidas resulta ineficaz e insuficiente para controlar y/o contener un brote en curso, además de favorecer la aparición de especies resistentes a insecticidas.

El Ministerio de Salud de la Nación indica taxativamente que “por ningún motivo se recomienda la aplicación de adulticidas para control de Aedes aegypti mediante el uso de aeronaves.”

Los argumentos operativos de la medida resaltan que “…según normativa de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), las aeronaves no volarán sobre aglomeraciones de edificios en ciudades, pueblos o lugares habitados, o sobre una reunión de personas al aire libre; excepto, cuando sea necesario para despegar y aterrizar, o cuando se cuente con una autorización especial de la Autoridad Aeronáutica competente, con estrictas medidas de seguridad a más de 300 metros sobre el obstáculo más alto situado dentro de un radio de 600 metros desde la aeronave.”

En cuanto a la efectividad de la aspersión de los tóxicos en una zona urbana, “…la altura a la que debe volar una aeronave implicaría una deriva muy amplia de la nube de dispersión lo que podría ocasionar que termine nebulizando zonas aledañas que no se encuentran afectadas por el brote. Por otro lado, la máquina debe tener las boquillas adecuadas para respetar el tamaño de la gota necesario que impacte sobre mosquitos. Si bien puede adecuarse en las aeronaves, debido a la altura de vuelo las gotas no llegan a caer en sitios necesarios, muchas veces por evaporación, otras caen sobre la copa del arbolado público o bien caen en los techos de las viviendas, sitios que no son considerados de refugio para Aedes aegypti. Además, la nube de plaguicida puede caer por deriva en espejos de agua o en almacenamientos de agua potable, ocasionando graves consecuencias a la salud y el ambiente.” 

Las mencionadas pulverizaciones en Venado Tuerto y San Jorge en 2020 dan total evidencia –disponible en el Ministerio local- de que las aplicaciones fueron peligrosas para la salud humana y ambiental.

 En síntesis

 Dado que las fumigaciones aéreas son ineficientes (sólo matan a una pequeña parte de los mosquitos adultos), antieconómicas (el tóxico pierde efectividad por su dispersión y los obstáculos que encuentra) y peligrosas para la salud humana y ambientalSE REQUIERE que los gobiernos provinciales y municipales inicien de inmediato:

1-   Tareas de prevención de desarrollo de mosquitos en general, y del Aedes Aegypti en particular,  las cuales se basan en actividades comunitarias y focalizadas, largamente descriptas y conocidas.

2-   Una campaña mediática de concientización con instrucciones simples y precisas.

 Finalmente, nuestros gobernantes deberán evitar aceptar y aplicar soluciones “milagrosas” como la propuesta por la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas, que sólo terminan por generar una falsa sensación de seguridad y una gran presión sobre la salud de la población y los predadores naturales de los mosquitos.

 

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