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Una vida apenas tibia, como dicen

Por Roberto César Frenquelli

Es bastante conocida la respuesta de Juan B. Justo a su discípulo cuando le preguntaran acerca de su decisión de abandonar la práctica profesional para seguir de lleno en política. “Voy a continuar en medicina, pero por otros medios” – más o menos así fue su respuesta-. Siempre resonaron en mí estas palabras del gran líder socialista. Me parecen certeras, incluso bellas. Es algo que puede suceder en el curso de la vida de los hombres y mujeres de buena voluntad.

También es conocida la cuestión que se planteaba en los 70 en relación al mismo tema. Algunos suponían que la acción política pasaba por agarrar los fierros. No había otra. Tanto fue así que algunos llegaron a creer que un artista plástico, en vez de pintar algo alegórico a las luchas sociales, debía asaltar un banco. Eso sí que era una obra de arte, acorde a este criterio que enuncio.

Fue así que surgió una idea más moderada, mejor templada diría hoy: cada uno haría lo suyo por el cambio deseado desde su lugar de trabajo, desde su puesto en la vida. Si uno era médico, por ejemplo, valía ser mejor médico desde su propia práctica, ayudando a pensar, dando una mano al necesitado y tantas otras acciones loables posibles. De modo que no era necesario asaltar a nadie, ni banco ni vigilante gordo de los barrios de aquellos tiempos. Bastaría con tener cierta claridad ideológica, actuar éticamente, esperar la aurora de los pueblos libres. Esto dio lugar a enardecidas discusiones, a grandes rupturas de amistad (no puedo dejar de pensar en la celebración de la fecha). Tiempos difíciles.

Ahora, en tiempos no menos complicados, nos encontramos con que algunas personas son invitadas a ingresar a la política. Esto viene desde hace muchos años, marcadamente desde Menem y la irrupción masiva del neoliberalismo. Cantantes de baja estofa, automovilistas de altas posesiones, futboleros de whisky tomar y muchos otros chapuceros fueron tentados con suerte desigual.

Ahora se le suman periodistas. Pero no son buscados como “voceros” o “comunicadores”. Son buscados para que “sigan haciendo lo mismo, pero en el gobierno”. Ser periodista, según este criterio, sería parecido a ser gobernante. Habría una transposición directa de un trabajo a otro.

Yo creo que uno puede hacer en su vida lo que mejor decida. No estoy pontificando ni eligiéndole el camino a nadie. Pero digo que todos podemos hacer política desde el lugar propio, desde lo que sabemos hacer, haciéndolo cada vez mejor. Esto es ya una gran contribución social. Donde no se confunde política con empleo. Donde no se confunde política con propaganda.

Un tema complicado, difícil. Podría decir que me supera. No sé bien cómo es esto. Mientras tanto me acerco a cincuenta años de médico. Siempre hice política sin dejar de auscultar, nunca tuve puestos públicos ni choreé una Ballester Molina, tampoco me dediqué a la publicidad.

Una vida apenas tibia, como dicen.

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